Trastornos de la alimentación: “No me gusta como soy, estoy gorda”
Desafortunadamente, esta es una frase que se escucha con bastante frecuencia en la consulta de psicología. La ponemos en femenino porque son más frecuentes los trastornos de la alimentación entre las mujeres que entre los hombres, no obstante, también existen población masculina con trastornos de la alimentación.
Tanto las pasarelas como los spots publicitarios y las películas nos muestran una imagen de la mujer sexista en el que para ser considerada bella o atractiva es, casi irremediablemente necesario llevar una dieta muy estricta y un estilo de vida supeditado a ello. En personas con baja autoestima e inseguridad este bombardeo de información influye sobre su autoimagen y pueden acabar desarrollando trastornos de la alimentación.
Trastornos alimentarios más comunes
Los trastornos de la alimentación más comunes son la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa (más conocidas como “anorexia” y “bulimia”). Pero existen otros trastornos relacionados con la alimentación que se están volviendo más comunes, como el trastorno por atracón, los trastornos relacionados con la imagen corporal o las fobias a determinados alimentos.
Las personas con trastornos de la alimentación desarrollan hábitos alimentarios anormales que amenazan su bienestar e incluso sus vidas. Un trastorno alimentario implica más que simplemente hacer dieta para perder peso o hacer ejercicio todos los días. Se trata de comportamientos alimentarios extremos: por ejemplo, dietas que nunca terminan y que, gradualmente, se vuelven más estrictas.
Trastornos de la alimentación: 11 pautas
A continuación os detallamos una serie de normas alimentarias saludables para evitar posibles trastornos de la alimentación:
- Establece un horario fijo para las comidas. Procura hacerlas siempre a las mismas horas, para que tu sistema digestivo se habitúe a la regularidad. Es lo que hace todo el mundo desde que nace: desde el nacimiento, un bebé debe comer a las horas prefijadas.
- Has de realizar, al menos, tres comidas al día: desayuno, almuerzo y cena. Con posibilidad de una cuarta: la merienda si tu peso es inferior al normal. Bajo ningún pretexto has de suprimir una de estas comidas esenciales. No dejes de desayunar porque ayer cenaste mucho, ni dejes de almorzar porque esta noche tengas una fiesta de cumpleaños. Necesitamos alimentarnos correctamente cada día.
- Aún cuando te hayas dado un atracón antes de una comida, no la suprimas. Simplemente toma una comida más ligera. De no hacerlo así te introducirás en el círculo vicioso de “restricción- atracón”
- Dedica un tiempo normal a cada comida. No estés el doble de tiempo que tus compañeros de mesa, de modo que cuando los demás acaben tú aún estés en el primer plato. Esfuérzate en comer en el mismo tiempo que los demás.
- No te prohíbas ningún alimento. No hay alimentos buenos ni malos. Cada tipo de alimento tiene su función. Te han dicho que unos engordan mucho, y por eso los has etiquetado de malos, solo engordan si se comen en exceso, de modo que la energía que aporten sea superior a la energía que necesita el organismo.
- Si llevas algún tiempo reduciendo el repertorio alimentario, incorpora cada semana un alimento que habías desestimado. Es posible que en la actualidad te limites a comer un número muy reducido de alimentos. Vuelve a la normalidad. Inténtalo esta semana próxima con ese plato de pasta que te da tanto miedo. Y la semana próxima con el huevo que has dejado de lado, o con la rebanada de pan. Y así sucesivamente.
- Si has hecho un atracón detente ahí. No trates de compensarlo con el vómito. Entre otras consecuencias negativas, corres el peligro de entrar en trastornos de la alimentación.
- Amplía también la forma en qué cocinas los alimentos. Antes de iniciar el trastorno comías el pescado frito, o a la plancha, hervido o rebozado, o guisado en una salsa….¿por qué ahora obligas a que te lo preparen siempre igual?
- Aumenta las raciones de comida que hayas reducido, y come cantidades normales.
- No te comportes de un modo extravagante con la comida. No cortes en trozos minúsculos los alimentos, no separes cada ingrediente, no aliñes tu ensalada aparte de la que toman los demás, no extiendas por el plato la pasta de las croquetas para que parezca que las has comido…
- Deja de vigilar lo que comen los que están a tu lado. Deja de calcular si comen más o menos que tú. Olvídate de todo esto y disfruta charlando con ellos. El tiempo de la comida has de aprovecharlo para explicar tus cosas, para escuchar a los demás, para intercambiar ideas…
Psicóloga de Grupo DICTEA