Terapia de Pareja: ¿Qué es y qué nos puede aportar?

Son muchas las parejas que  llegan a consulta o que llaman por teléfono con la duda sobre, ¿qué es la terapia de pareja?, ¿qué les puede aportar? y ¿cómo les puede ayudar?

En este post, voy a intentar esclarecer esas dudas y dar a conocer mi labor como terapeuta de pareja.

 

Al llegar una pareja a terapia, la primera sesión se realiza de manera conjunta. Ambos miembros están presentes cuando les expongo que entiendo el difícil paso que han dado al decidir pedir ayuda a causa de sus desavenencias. Lo que acaban de hacer es lo principal para conseguir la armonía que les falta.

Entiendo que para ellos es muy duro contar sus intimidades a alguien extraño, así que intento normalizar y hacerles ver que este es mi trabajo y que yo no estoy aquí para juzgar a nadie, ni para ponerme de parte de ninguno. Sólo voy a observar su manera de relacionarse y hacer de espejo para devolverles la información que necesiten saber, así como a ayudarles a conseguir acuerdos y negociaciones.

Lo esencial en la terapia de pareja

Una parte esencial de la Terapia de pareja es establecer una serie de normas. Ambos miembros de la pareja deben comprometerse con las normas que son requisito indispensable para el éxito de la terapia. Una vez aceptadas las mismas, damos comienzo a una primera entrevista. Les pido que me cuenten entre los dos cual consideran que es el problema principal y qué aspectos influyen. También es importante que ellos expresen cómo consideran que transcurren las discusiones (quién las inicia, las mantiene, qué hace cada cual, la actitud de ambos ante las mismas, cómo intentan solucionar los conflictos…). Libremente, cuentan la percepción que tienen, y sólo en caso de que no sepan con qué continuar, les planteo preguntas específicas. Es importante extraer de esta sesión qué aspectos le preocupa más a cada uno acerca de la relación y cuáles son los puntos de desencuentro que más le afectan.

 

Al final de esta primera sesión les pido que para la siguiente traigan relleno un registro ABC de situaciones conflictivas que hayan tenido lugar durante esos días. Este registro ha de ser individual para apreciar las diferentes maneras que ambos tengan de interpretar una misma situación.

 

La segunda sesión se reparte la mitad del tiempo para cada uno, para que me cuenten de manera individual su versión de la situación. Se les explica que no es con la intención de ocultar nada a la pareja, sino que tiene la finalidad de que cada uno se vea totalmente libre de exponer las cosas como prefiera, sin estar pendiente de cómo le puede sentar al otro. El objetivo de esta sesión es observar los matices y sentimientos (positivos o negativos) de cada miembro de la pareja con respecto a la situación que están viviendo.

 

La tercera sesión, de nuevo de manera conjunta con la pareja, es objeto de unas mínimas negociaciones a las que la pareja deben de llegar. Ambos han de poner de su parte de manera paralela, sin esperar a que el otro sea el que empiece por demostrar. Hay que tomar conciencia sobre la importancia de compartir tiempo de calidad con la pareja; así como del daño que le hace a la misma la no comunicación.

 

Se acuerda con la pareja establecer un hábito diario de tiempo para hablar, en principio, de cómo ha ido el día, de cosas que no sean transcendentes. Han de entender que, para empezar, han de adquirir la rutina de una comunicación, y que lo han de tomar como una obligación, para que poco a poco, se acostumbren y acaben necesitándolo. De la misma manera, se les hace ver la necesidad de compromiso que han de adquirir para dedicar tiempo a la otra persona.

 

En mi práctica profesional me he encontrado parejas con una base muy sólida, con los sentimientos mutuos positivos muy claros pero que por la falta de dedicación a la pareja, por el ritmo de vida desenfrenado, habían descuidado la relación y estaban adquiriendo hábitos inadecuados que los estaban distanciando. En éstas, las pautas básicas de la terapia de pareja unidas a los conocimientos psicoeducativos de la relación, han bastado para reconducir la pareja y el compromiso ha tenido sus frutos en un periodo corto de tiempo. Sin embargo, no con todas las parejas se obtienen los resultados que se pretenden ni de la manera que se espera. El carácter de los miembros de la pareja a veces es un gran obstáculo para el acuerdo. Si no asumen su parte de responsabilidad en los aspectos que sea, se provoca un enfrentamiento difícil de solucionar.

 

Por mi experiencia, los temas “minas” pueden ser tantos como parejas existan, pero los que la terapia me ha mostrado como más complicados son los que implican a las familias del cónyuge.   En estas disputas, cada miembro se ve inmerso en un “conflicto de intereses”, el cual tiende más a defender a la familia cuanto mayor es el enfrentamiento con la pareja. Aquí se percibe con gran claridad el choque de los bagajes educativos de cada uno de la pareja: el uno pretende que el otro tenga la misma relación con su familia que la que él tiene con la suya. Ve “normal” el trato que él tiene con los suyos y no el de su pareja y quiere que las costumbres que se respeten sean las que él ha vivido desde pequeño. El no respetar que cada cual ve como “normal” lo que ha vivido y que las diferentes maneras son lícitas y han de conservarse hace a veces estos enfrentamientos insalvables. La pareja ha de aprender en terapia a conceder libertad al otro para “manejar” lo referente a la propia familia como estime oportuno, y no empeñarse en que lo haga “como yo lo haría”.

 

 Otro de los grandes conflictos de pareja con los que me he encontrado es el cambio en el estilo de relación por una de las partes. Con esto me refiero a las personas que, tras un tiempo de relación, se dan cuenta de que no se sienten a gusto actuando de la manera que lo hacen en la pareja. Sobre todo, lo veo en los miembros pasivos que han adoptado un rol complaciente con su pareja, permisivo y siempre anteponiendo al otro a él/ella. Estas personas acaban emocionalmente afectadas, descubriendo que no les compensa ceder a todo con tal de que “todo vaya bien”, pues corren el peligro de que la pareja se acomode y se adquieran hábitos que con el tiempo, cada vez pesan más.

Un tema cada vez más común en los Celos

 Otro tema a tratar en Terapia de pareja es el referente a LOS CELOS. Se pueden presentar de dos maneras. Los justificados, es decir, la pareja que quiere superar una infidelidad real por una de las dos partes. La terapia irá enfocada a recobrar la confianza del que ha sido objeto de la infidelidad y a reforzar las carencias que existían en la relación que han podido influir en el error. Es complicado pues a veces la pareja se empeña en superarlo, aunque el agraviado a nivel emocional no esté dispuesto a pasar página o el infiel no tenga claro que sigue prefiriendo a su pareja. No es inusual que, según el curso de la situación, ambos o uno de ellos requieran una terapia individual para decidir realmente qué postura tomar y así retomar, si fuese el caso, la terapia de pareja con una convicción que ayude al éxito. Cuando se trata de celos patológicos o injustificados los que impiden la buena relación en la pareja, la terapia se ha de centrar, principalmente, de manera individual en la persona celosa, dando al mismo tiempo pautas de manejo de este comportamiento a la pareja, para que no refuerce su actitud ni lo sostenga en el tiempo. A medida que la persona celosa vaya manejando esos celos y vaya superándolos, pueden ser positivas algunas sesiones de pareja para fortalecer la misma.

 

En general, cuando una pareja no está en sintonía es posible que cualquier aspecto se convierta en un problema. Así, es fácil que la educación de los hijos, la economía, las tareas de la casa, el tiempo de ocio… aspectos que quizá antes no conformaban problemas, se conviertan en un punto más de desencuentro. Pues cada vez la distancia emocional es más grande, se percibe más insalvable y cada uno se posiciona más en su actitud, sin querer ceder. La pareja ha de indicar al terapeuta cuál es su percepción del problema, qué es lo que más les preocupa y lo que para ellos es primordial de acordar o solucionar.

 

 Un aspecto que rara vez no se encuentra afectado como consecuencia de la negativa relación de pareja es el plano sexual. Como resultado de la incomunicación y de la reconexión afectiva la pareja se resiente a nivel sexual: el deseo se ve disminuido y el nivel de intimidad no es satisfactorio.

 

No creo aventurado el afirmar que: “no saber hablar y solucionar problemas en la pareja es la base sobre la que se edifican todos los conflictos. La falta de comunicación y las escasas habilidades para entender y hacerse entender dificultan la armonía en la relación”. Por ello, es esencial que el proceso terapéutico para la pareja contemple el aprendizaje de pautas comportamentales, actitudinales y de comunicación verbal que dote a ambas partes de las herramientas necesarias para afrontar las dificultades que se planteen y buscarles una solución consensuada, que satisfaga a ambas partes.

 

 

 

      Marta Mengíbar Sánchez

 

Psicóloga – Terapeuta de Pareja – Sexóloga

 Pareja  Grupo DICTEA  

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