En este día dónde todos o casi todos ponemos nuestras esperanzas e ilusiones en un número, pensando y esperando que esta vez sea el año dónde nos toque algo en la Lotería de Navidad. Quizás soñar con salir en los telediarios abriendo champán y contando en qué gastaremos el dinero de ese primer premio es osado, pero esperamos con más realismo que la suerte nos toque con algún pequeño premio que nos permita darnos un capricho, pasar estos días de manera más holgada o “tapar algún agujero”.

 

Es en este punto dónde quiero pararme y regalarte una caja de besos. Y seguro estarás pensando: “ ¿qué es eso?;  pues me refiero a un cuento que me encontré hace unos días y que ahora me gustaría regalarte:

  

Hace ya algún tiempo un hombre castigó a su pequeña hija de tres años por desperdiciar un rollo de papel dorado para envolver. El dinero le era escaso en esos días, por lo que explotó en furia cuando vio a la niña tratando de envolver una caja.

A la mañana siguiente, la niña regaló a su padre la caja envuelta y le dijo: “Esto es para ti, papá”. Él se sintió avergonzado, pero cuando abrió la caja y la encontró vacía, otra vez gritó con ira: “¿Acaso no sabes que cuando se le da un regalo a alguien se supone que tiene que haber algo dentro?” 

La pequeña volvió el rostro y con lágrimas en los ojos dijo “ ¡Oh, papá, no está vacía! Yo soplé un montón de besos dentro de esa caja y todos son para ti”. 

El padre se sintió morir, rodeó con sus brazos el pequeño cuerpo de su hija y le suplicó que lo perdonara. 

Dicen que el hombre guardó esa caja dorada cerca de su cama por años y que siempre que se sentía derrumbado, tomaba de ella un beso y recordaba el amor que su hija había depositado ahí.

 

 

De alguna forma cada uno de nosotros hemos recibido alguna caja llena de besos, de amor, de suerte por tener alrededor a personas especiales, por disfrutar de un trabajo que nos llena y con el que podemos aportar y hacer algo por los demás, por disfrutar de salud nuestra y de las personas que queremos.

 

Es triste no ser conscientes de la suerte que tenemos por tener lo que tenemos, nuestra condición humana aspira y ambiciona siempre más, en lo profesional y en lo personal. Eso de entrada y bien gestionado no está mal, pero no debemos permitir que ese querer mejorar, crecer y esperar más nos haga perder la perspectiva de lo que realmente importa.

 

Yo creo que si hoy no te toca la lotería no puedes sentirte desdichado, mira a tú alrededor y reflexiona…¿Y si te han regalado una caja de besos y no te has dado cuenta?.

 

Dedico éste post a Antonio, Fran y sus familias, con la esperanza y la confianza de que la “suerte” nos tocará y regalará salud y muchos momentos de los que disfrutar juntos.

 

 

Ana Amo Arturo

Colaboradora de DICTEA

Psicóloga – Consultora Senior de RRHH

Mentora Empleabilidad – Coach Ejecutivo