El eneagrama es una herramienta de autoconocimiento y desarrollo personal que nos da luz sobre nuestras potencialidades y áreas de mejora, facilitando la comprensión de nuestra personalidad y la de los demás. Se representa a través de una figura geométrica con nueve puntas, de ahí su nombre, en donde podemos hallar los nueve tipos de personalidad fundamentales de la naturaleza humana. Estos, surgen como síntesis de numerosas tradiciones espirituales y religiosas como cristianos, budistas, sufíes (musulmanes) y judíos, sin embargo el eneagrama es capaz de mantenerse apartado de las especificaciones de cada una de las diferentes doctrinas.
El eneagrama hace referencia a la dimensión espiritual del ser humano, que está presente en cada uno de nosotros con independencia de nuestras afinidades o creencias religiosas, nuestra raza, sexo, situación económica o clase social.
Lo que pretendemos conseguir con el estudio de esta herramienta es profundizar en el conocimiento de nosotros mismos, a la vez que somos capaces de entender las relaciones que ejercemos con otras personas.
Para ello debemos pasar por una fase de consciencia y aceptación de nuestro eneatipo. Entre los nueve tipos de personalidad que distingue el eneagrama, no hay mejores o peores, ni buenos ni malos, en todos y cada uno se distinguen virtudes y áreas de mejora o de crecimiento, siempre considerando que la persona es mucho más que su eneatipo y puede ir más allá de ello si toma el rol de responsable en su vida, lo que le permitirá ser capaz de encontrar nuevas vías para seguir avanzando en la consecución de sus metas. Este aspecto, es una de las cosas por las que personalmente me apasiona de esta herramienta. Normalmente solemos quedarnos en lo anecdótico de descubrir y sentirnos identificados en un tipo, alimentando nuestro ego; soy 3, por eso me gusta contentar a los que me rodean; soy 1, por eso me di cuenta de que hay errores en ese informe. El eneagrama no es estático, no se queda en la identificación de un tipo, sino que nos sitúa en un lugar como punto de partida y nos da luz hacia donde podemos caminar, para conseguir alcanzar la mejor versión de nosotros mismos, como únicos protagonistas de nuestras vidas convirtiendo a cada ser humano único y diferente.
Como ya hemos comentado, se distinguen 9 tipos de personalidad . Riso-Hudson, gran estudioso de esta herramienta, distingue la siguiente clasificación:
Estos nueve tipos de personalidad están clasificados en tres triadas, que se corresponderán con nuestro instintito o motor de las acciones que emprendemos, así distinguimos:
Triada del sentimiento, está compuesta por los eneatipos 2, 3 y 4.
Triada del pensamiento, está compuesta por los eneatipos 5, 6 y 7.
Triada del instinto, está compuesta por los eneatipos 8, 9 y 1.
Nuestra forma de ser también está relacionada con los números que se encuentran a nuestro lado, dando lugar a las alas, de esta forma podemos adoptar comportamientos del número que se encuentra a nuestra derecha o a nuestra izquierda.
De la misma forma nuestro tipo se ve influenciado por otros dos números, ya que cuando pasamos por una fase de desequilibrio en nuestra vida , adoptamos las conductas negativas que se identifican a otro eneatipo y llegamos a la fase de “desintegración”. Podemos alcanzar la fase opuesta de “integración” adoptando conductas positivas de la personalidad de otro tipo, por ejemplo un 8 en su fase de desintegración adoptará de manera inconsciente las conductas negativas de un 5 y para alcanzar la fase de integración tendrá que adoptar el lado positivo de un 2.
Como conclusión, el eneagrama es una herramienta valiosísima que puede guiarnos a descubrir nuestra personalidad pero irremediablemente no será quien maneje nuestra vida, ya que sólo nosotros podemos dirigir el timón de nuestro barco.
Próximamente escribiremos sobre las características básicas de cada uno de los 9 tipos de personalidad.